¿Por qué la idea que nos parece fantástica para los chicos, no es muy seguida por los adultos?
Porque hemos comprado la idea de que el éxito está asociado con estar motivados, apasionados y ocupados. Es raro ver videos o imágenes de personas "exitosas" y felices aburriéndose. El aburrimiento queda en el backstage de todo, como si fuera algo que debemos ocultar o evitar. Sin embargo, para los chicos, aburrirse es una puerta abierta a la creatividad y la imaginación. En cambio, para los adultos, nos cuesta enfrentarlo porque nos han enseñado que el tiempo sin “productividad” es tiempo perdido.
¿A qué chicanas recurrimos para evitarlo?
Somos maestros en evitar el aburrimiento. Redes sociales, series interminables, listas de cosas “urgentes” por hacer. Incluso llenar las vacaciones con actividades que nos agotan más de lo que nos relajan. Todo para no quedarnos a solas con nuestro aburrimiento . Es una especie de anestesia emocional: preferimos el ruido a sentir el aburrimiento .
¿Qué es específicamente? ¿No hacer nada es aburrirse?
El aburrimiento no es simplemente "no hacer nada." Es una emoción incómoda que tiene dos componentes clave: baja nuestra energía vital y se siente desagradable.
¿Por qué? Porque llega con un propósito claro: invitarnos a hacer una pausa y cuestionar el ritmo frenético de estar siempre ocupados. Esa sensación de desgano no es nuestra enemiga, es una señal para que nos conectemos con nosotros mismos. Cuando nos permitimos aburrirnos, pasa algo mágico: nuestra creatividad interna empieza a despertar, nuestro sentido de propósito se enciende y aparecen nuevas perspectivas. No lo veamos como un estancamiento, sino como el momento perfecto para generar ideas nuevas y cambios. Porque acá está la verdad: el aburrimiento no nos paraliza, nos prepara.
¿Es lo mismo para todo el mundo?
No, porque cada mente procesa el aburrimiento de manera distinta. Para algunos, es un detonante de ansiedad; para otros, un impulso para soñar, crear o buscar algo nuevo. Muchas veces nos aburrimos de nuestra rutina: días predecibles, mismos horarios, mismas actividades… Pero acá está lo interesante: el aburrimiento es la antesala de la creatividad, del cambio, de esas ideas frescas y sorprendentes que estábamos esperando. Eso sí, para recibir ese regalo, necesitamos transitarlo. Si lo evitamos llenándonos de distracciones, no obtenemos su beneficio. Y como toda emoción, volverá a aparecer una y otra vez hasta que finalmente lo aceptemos, lo vivamos y dejemos que despierte nuestra creatividad
¿Es una práctica exclusiva de vacaciones?
Para nada! Si solo le damos permiso al aburrimiento en vacaciones, lo estamos subestimando. Incorporar momentos de quietud en la vida diaria es clave para la claridad mental y el bienestar emocional. Las vacaciones son un buen inicio, pero la magia ocurre cuando normalizamos esos espacios en el día a día.
¿Qué hacemos con la culpa?
Primero, la reconocemos. La culpa aparece porque nos hemos condicionado a medir nuestro valor por la productividad. Pero la productividad no es igual a plenitud. Hay que cambiar la narrativa: “aburrirnos” no es un lujo; es una necesidad para recargar, reconectar y vivir plenamente. El descanso y el aburrimiento consciente son actos de amor propio.
Me gusta pensar que “El aburrimiento es el bostezo de nuestra creatividad al despertar”. Así que la próxima vez que lo sintamos, en lugar de llenarnos de ocupaciones para taparlo, ¡escuchémoslo! Puede ser el comienzo de algo increíble.
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Lic. Mariana de Anquin
Psicopedagoga
La regla de los nueve minutos. ¿Sientes que te falta tiempo para tus hijos? Solo 9 minutos diarios pueden cambiarlo todo.
La regla de los nueve minutos Lic. Mariana de Anquin Psicopedagoga - Especialista en Educación y Crianza Emocional La regla de los nueve minutos es una invitación a ser conscientes de lo que les decimos a nuestros hijos, lo que hacemos con ellos y, sobre todo, cómo los hacemos sentir en nuestra presencia, al menos durante nueve minutos al día. La regla de los nueve minutos surge como una guía para ayudarnos a conectar conscientemente con nuestros hijos, pero si nos detenemos a pensarlo, es muy triste que necesitemos una regla para algo tan esencial como el vínculo con ellos . Es doloroso que hayamos llegado a esta situación en la que, al criar y educar a lo que más amamos, nuestros hijos, no podemos salir del piloto automático y de conductas reactivas que nos llevan a lastimar los vínculos y a desatender las necesidades emocionales básicas de los niños. Esta regla surge para estos tiempos apurados y agobiados, donde la crianza forma parte de un gran universo de asuntos que...
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