Nos han enseñado a RESISTIR en vez de SENTIR las emociones que no se sienten bien. Quizá por esto muchas veces vamos acumulando emociones a lo largo de la vida. ¿A dónde van las emociones resistidas? Van a parar dentro de nuestro cuerpo. Caminamos masticando enojos, encerrando preocupaciones en el ceño fruncido, acumulando nudos en la garganta, mariposas en la panza, culpas en la espalda, angustias en el pecho, ansiedades en insomnios, frustraciones en los puños, traiciones y desamores en nuestro corazón blindado. Y sabiendo que las emociones son energías moviéndose, éstas buscarán moverse dentro de nuestro cuerpo hasta poder expresarse de alguna manera. Escudriñarán dentro para ser escuchadas, miradas y atendidas. Las emociones que nos han enseñado a resistir son muchas, la que lleva la delantera es la tristeza. Se guardan dolores, se estrujan angustias y muchas veces ponemos un cepo en nuestros lagrimales. Cuando re...